Donde fuimos felices: un poco de Ámsterdam y un poco de Indiana Jones

Dos películas muy esperadas y al mismo tiempo muy criticadas. No necesito explicarles por qué Indiana Jones y el dial del destino ha creado tanta expectativa, y tampoco necesito defenderla de las críticas porque quienes crecimos con la saga encontramos todo lo que fuimos a buscar: acción, maravillas, y el personaje que conocemos pero con una vuelta de tuerca (y si es cierto que a las aventuras les faltaba un poco de originalidad, la que cierra la película contrarresta cualquier cosa). El último Indiana ya no se las sabe todas, ya no es un triunfador y sin embargo tampoco es un perdedor. Sus contradicciones lo acercan al espectador, y cuando en el cine escuché a una mujer decir “está hecho pelota” (no es cierto, nadie envejece tan bien como un actor de Hollywood) me pregunté si esto era una especie de triunfo para ella: “está hecho pelota como yo, el tiempo pasa para todos”. Indiana sigue siendo más que nosotros: es un experto, un aventurero y es dueño de recuerdos con los que nosotros solo podemos soñar. Pero también es ignorado por la mayor parte de los jóvenes, se ha traicionado a sí mismo y tiene el corazón roto, como nosotros. (Si todavía no vieron la película, no lean el final de este párrafo.) Él, que había resistido la tentación del Santo Grial, en esta película elige quedar atrapado para siempre en un mundo donde fue feliz, incluso si eso significa una muerte prematura.

Pero pasemos a Ámsterdam, la película que creó expectativa por el tremendo elenco que reunió: clásicos como Robert De Niro y novedades como Anya Taylor-Joy y Rami Malek, además de íconos inconfundibles como Batman y Barbie (que en ese momento era solamente Harley Quinn, Tonya…). Las críticas apuntan a que Ámsterdam quiere ser todo (comedia, policial, crítica política, histórica) y no es nada, pero esas críticas olvidan cuál es el título de la película. Es cierto que la historia va y viene mil veces, tiene tantos giros como personajes y el tiempo va siempre acelerado. Pero esto tiene una excepción: cuando los personajes están en Ámsterdam. No voy a contarles la historia, porque leerla les llevaría tanto tiempo como verla, y es preferible ver la película, que se ha esmerado en componer cada imagen para hacerla disfrutable (o al menos impactante). Solo les diré que los protagonistas fueron felices en Ámsterdam, un lugar que abandonaron por lo que consideraron que eran sus obligaciones. Así, la confusión acelerada que construye el resto de la película con la sucesión de personajes, lugares, eventos y misterios, colabora en mantener el período de Ámsterdam como lo único claro, lo único estable, el único paraíso que permanece en la memoria que, para estos personajes, está llena de horrores. De hecho, los dos únicos fragmentos en que no se presentan personajes nuevos, giros argumentales, ni nadie está tratando de lograr algo, son los cinco minutos que se dedican a la estadía en Ámsterdam y la escena posterior en que, inexplicablemente, la pareja protagonista se pone a filmarse entre sí, como un juego, a pesar de que los persigue la policía y peligrosos asesinos. En esa escena, los dos miran a cámara y repiten el nombre de aquella ciudad.

Ámsterdam solo habla de un pasado feliz, pero Indiana Jones se vuelve un poco más compleja. Como la señora del cine, como yo, quizás como ustedes, los seguidores de la saga estamos en la mitad de la vida o ya pasamos ese ecuador. Nosotros, que no nos arriesgaríamos por el Santo Grial, quizás sí podríamos ser tentados por el falso paraíso del pasado, cuando Indiana era un pibito que estaba de vuelta de todo, cuando la música sí que era buena, las galletitas eran más grandes, y los jóvenes éramos nosotros y no estos mocosos que no respetan nada. La película muestra a Indiana mirando con anhelo al pasado, ante espectadores que quizás miran sus películas con la misma emoción, el mismo deseo frustrado, y el mismo peligro de quedar atrapados en algo que ya no es. Aunque el pasado puede ser una trampa, tanto Indiana Jones como Ámsterdam y todas las películas que disfrutamos (sean de la época que sean) nos recuerdan que el paraíso puede ser ahora. Porque, a fin de cuentas, el cine es uno de los lugares donde somos felices.

Indiana Jones y el dial del destino (2023)

  • Dirección: James Mangold
  • Guión: Jez Butterworth, John-Henry Butterworth, David Koepp.
  • Con: Harrison Ford, Phoebe Waller-Bridge, Mads Mikkelsen, entre otros.
  • Fotografía: Phedon Papamichael
  • Disponible en cines.

Ámsterdam (2022)

  • Dirección y guión: David O. Russell
  • Con: Christian Bale, Margot Robbie, John David Washington, entre otros.
  • Fotografía: Emmanuel Lubezki
  • Disponible en Star+.

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