En primer lugar, quiero decirles que vengo a defender una película que no fue muy bien recibida por la crítica en el momento de su estreno, allá por el año 2018. Como buena consumidora de comedia que soy, me veo en la obligación de renegar de ciertas pretensiones y destacar, por sobre todas las cosas, que a pesar de la poca inversión que padece nuestro cine nacional acá hay un producto ingenioso.
La historia transcurre en Buenos Aires en 1806, durante la primera invasión de los ingleses, quienes de la mano de William Carr Beresford (Mike Amigorena), buscan perpetuarse en el poder de la colonia presentando a los nativos y criollos un juego atrapante: el football. Será Manolete (Gonzalo Heredia), un criollo hábil para los negocios, quien encontrará la veta comercial y despertará la fiebre del juego.
Con esta premisa, el director, Néstor Montalbano, da rienda suelta al absurdo y ofrece una mirada posible sobre la construcción de nuestra identidad total como argentinos, donde el fútbol, las rivalidades clásicas y los binomios culturales ya conocidos y naturalizados tienen su germen en este momento. Por supuesto y como debe ser, esta óptica es absolutamente centralista, ¿acaso no es en Buenos Aires que se creó nuestra argentinidad?
Ahora bien, pensemos también que tenemos una industria fílmica local que a duras penas subsiste, y por ende, tanto más cuando se quiere recrear una época histórica lejana. En ese sentido, los escenarios recreados -analógica y digitalmente- pueden contener el relato y darle la impronta colonialista necesaria, por lo que creo que los esfuerzos alcanzados no son para nada despreciables. Esto es cine argentino, no un tanque de Hollywood.
Teniendo en cuenta esta información, el código de la película fluye y no hay lugar para lo inverosímil, por más que Beresford hable en un castellano neutro digno de Televisa, Aurora (Laura Fidalgo) baile contemporáneo muy suelta de ropas o Manolete descargue su estrés con un fidget spinner, entre otros simpáticos anacronismos.
En “No llores por mí, Inglaterra”, se dibujan las líneas representativas de nuestra idiosincrasia futbolera: los cantitos, la mitología de las camisetas, la intensidad de la hinchada, el himno en versión cancha (sí, el himno se originó en este momento también). Todo nacido ahí, en ese momento crítico. Como si nuestro ADN contuviera naturalmente la pasión y la insensatez que genera este juego. Entonces sí es válido tomarse todas las licencias narrativas e históricas posibles. Y en la apoteosis de la fábula, qué mejor que ganarle a los ingleses. Como tiene que ser.

No llores por mí, Inglaterra (2018)
- Dirección: Néstor Montalbano
- Guión: Guillermo Hough y Néstor Montalbano.
- Con: Gonzalo Heredia, Mike Amigorena, Diego Capusotto, Laura Fidalgo, Mirtha Busnelli, Luciano Cáceres, Matias Martin, Fernando Lúpiz, entre otros.
- Fotografía: Sebastián Pereyra
- Disponible en CineAr.


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