La fortaleza es una película para sufrir. Es una tragedia como las de antes, en la que no hay respuestas correctas: hagan lo que hagan los protagonistas, todo va a estar mal. Así que hoy quiero contarles por qué vale la pena (y el sufrimiento, y la angustia, y la impotencia) ver esta película. Pero no voy a juzgarlos si cuando ven que se avecina lo peor adelantan la película unos minutos hasta que termina la batalla. Antes de verla preparen la picada, o el mate, o a su mascota, porque las cosas están por ponerse feas.

La fortaleza (Namhansanseong, en coreano) está basada en la novela homónima de Hoon Kim, que narra la histórica invasión Qin a Corea (que en esa época se llamaba Joseon, pero aquí vamos a llamarla Corea, para facilitar la comprensión). Era pleno invierno, los Qin eran un imperio enorme y de hecho estaban invadiendo otro imperio “chino”, que eran los Ming. Corea queda en el medio: era leal a los Ming (en la película mencionan que los Ming ayudaron a Corea ante otra invasión), pero los Qin tenían el poder de las armas. Así, los Qin avanzan sobre Corea hasta que el rey queda atrapado con parte de sus súbditos en una fortaleza, en pleno invierno. Mientras los Qin trajeron consigo chanchos, gallinas y hasta pastelitos, las tropas coreanas no tienen ni pieles para abrigarse. Aunque con esta situación alcanza para sufrir, hay que sumarle los malditos políticos: el 90 por ciento de los consejeros del rey coreano pierden el tiempo en echarse culpas mutuamente (esto, aparentemente, también pasó en la realidad y retrasó la preparación para la guerra) y hablar de honor mientras los soldados se mueren de hambre y de frío. Los únicos rescatables de este grupo nefasto (además del rey que, al menos, sufre) son los consejeros Choi y Kim. Kim es un héroe de guerra y quiere ir con todo a matar a los invasores. Pero Choi propone “la vía diplomática” que es básicamente rendirse. Y por estos dos personajes (además de la impactante fotografía de Kim Ji-yong, con sus tremendas batallas y sus paisajes nevados) sumergidos en una parva de cobardes, inútiles y traidores, vale la pena ver esta película.

En primer lugar, es sorprendente para un argentino (acostumbrado a una historia en que los próceres o bien son incuestionables o bien se cancelan por completo), ver a grandes hombres de la historia de Corea ser representados con tantas contradicciones. Para aumentar la contradicción, Choi, el “cobarde”, es representado por Lee Byung-hun, quien es por sí mismo prácticamente un héroe nacional: protagonizó desde telenovelas, hasta cine de autor y mucho cine policial y de acción. Es también, la estrella más importante de El juego del calamar, aunque se pase todo el tiempo con una máscara. Es este rostro conocido y amado el elegido para representar al hombre que insiste, desde el primer momento, en rendirse ante los Qin. Pero tenemos que poner muchas comillas al insulto de “cobarde”, porque también él es el primero en cruzar las líneas enemigas para negociar con los invasores, en ofrecer su cabeza si eso pudiera brindar la paz, y en acompañar al rey en su momento más humillante. Por su parte, Kim es el héroe tradicional, indiscutible, el que sabe lo que hay que hacer y lo hace… pero se equivoca de forma trágica. Y además al principio de la película hace algo imperdonable. Inevitable, pero imperdonable.

Entonces, lo que tenemos aquí es una película épica distinta a todo lo que conocemos: los héroes se equivocan (con tremendas consecuencias), los cobardes arriesgan su vida, los reyes no saben qué hacer y las fuerzas que deberían rescatarnos nos dejan en banda. Y lo más sorprendente de todo: no hay ningún intento de establecer una subtrama romántica. Estas novedades en el argumento y los personajes pueden ser desafiante en nuestro consumo de una película (por eso siento que es necesario este texto) pero lo vuelven más cercano a nuestra experiencia vital, donde las contradicciones, los errores y las frustraciones son moneda corriente. A pesar del exotismo del vestuario, los rituales y los paisajes, esta película nos recuerda que la historia la hacen seres imperfectos, como nosotros. En última instancia nos recuerda que también nosotros, con todas nuestras limitaciones, estamos haciendo historia.






La fortaleza (Namhansanseong, 2017)
- Dirección: Hwang Dong-hyuk
- Guión: Hwang Dong-hyuk, Hoom Kim
- Con: Lee Byung-hun, Kim Sang-heon, Park Hae-il, entre otros.
- Fotografía: Kim Ji-yong
- Disponible en Netflix.


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