SPOILER ALERT
En esta nota se da por sentado que todos conocemos el final de Sexto sentido. Si todavía no la viste, por el amor de Zeus, dejá todo lo que estás haciendo y empezá a verla ahora mismo.
Todos fuimos a ver Sexto sentido sabiendo que era sobre un chico que veía “gente muerta” porque lo decía claramente en el tráiler. Así, a diferencia de la madre de Cole (el niño protagonista), el espectador todo el tiempo sabe por qué él tiene miedo, por qué las puertas y cajones se abren y quiénes lo están aterrorizando. Lo que no sabemos es qué quiere esa gente muerta, y así es posible aumentar progresivamente el terror hasta que el bueno de Malcolm (Bruce Willis para los amigos) descubre cómo ayudar a Cole. Lo otro que no sabemos es que Malcolm está muerto y esa sorpresa final es lo que hizo famosa a esta película que tiene muchas otras razones para ser famosa. Cuando volvemos a verla conociendo el final, descubrimos otros aspectos que la primera vez pudieron pasar desapercibidos por el protagonismo del suspenso y el terror.
1. El atractivo visual

El género de terror siempre juega con la imagen, con lo visto y lo oculto, los símbolos y lo insoportable. Aunque Sexto sentido esté entre el terror y el suspenso, sus decisiones visuales siguen la línea del terror y apuntan menos a seguir una narrativa y más a crear un ámbito ominoso, donde el color rojo siempre resalta en una paleta de colores que tiende al ocre. Cuando no estamos intentando descubrir cómo un psicólogo va a resolver un misterio más digno de un exorcista, ni estamos anticipando una nueva aparición, podemos disfrutar de imágenes que fueron creadas para tener un valor por sí mismas, cuidando la ubicación de cada elemento en el plano, a veces con una función simbólica y otras veces, simplemente visual. En este sentido, esta película anticipa las siguientes de su director, M. Night Shyamalan.
2. Un niño indefenso

Cuando el suspenso pierde su fuerza, en su lugar se destaca la vulnerabilidad de Cole, y el miedo en el espectador es reemplazado a la impotencia de ver a alguien indefenso, víctima de fuerzas muy superiores a las propias. El dolor y la desesperación de la madre acercan esta situación sobrenatural a la experiencia muy real de no saber cómo ayudar a alguien que sufre. El propio Malcolm, cuando todavía cree que Cole padece una enfermedad mental, admite para sí mismo que no lo está ayudando. Sin embargo, como suele ocurrir cuando nos acercamos a los niños, no son tan importantes nuestros conocimientos o respuestas, sino nuestra presencia y escucha. Así, Cole por primera vez puede contarle a alguien lo que le pasa sin ser juzgado ni cuestionado. Incluso si al principio Malcolm no le cree, él nunca refuta la percepción del niño. En mi lectura, es esta experiencia con Malcolm lo que luego le permitirá a Cole confiar en que su madre también puede escucharlo y acompañarlo, le crea o no.
3. Un hombre sin respuestas

Aunque sepamos que Malcolm está muerto, no es difícil entrar en su lógica y seguirlo en su misión de acompañar a quien él cree que es su paciente. En esta segunda visión de la película la trama sobrenatural pierde fuerza ante la historia del vínculo entre los dos protagonistas, y una de las escenas principales es el momento en que Malcolm juega a “leerle la mente” a Cole. Este encuentro nos enseña dos cosas: que afirmar que entendemos a alguien antes de conocerlo es una forma segura de alejarlo, y que Malcolm, lejos del psicólogo premiado que mostró el principio de la película, es un pobre tipo que ya no sabe qué hacer. Es esta relación entre un niño maltratado y aterrorizado y un hombre que permanece junto a él, a pesar de sus dificultades, lo que sostiene a Sexto sentido como un clásico más allá del suspenso, el terror y la sorpresa final.
4. Un hombre muerto

Cuando ya sabemos que su mujer no lo ve, que la puerta a su estudio está trabada por una mesa, en fin, que Malcolm ya no pertenece al mundo de los vivos, es desesperante y doloroso ver su frustración al intentar conectarse con algo que ya está fuera de su alcance. Aunque en la película esta es la experiencia de un fantasma, en la vida real puede ser la de cualquiera de nosotros cuando nos negamos a aceptar que ya no pertenecemos a lo que toda la vida fue nuestra familia, nuestra pareja, nuestro trabajo, nuestra ideología o cualquier otro ámbito al que alguna vez pertenecimos. Me encantaría ser Jorge Bucay y decirles que todos somos grandes elefantes atados a pequeñas estacas y que podemos, como logra finalmente Malcolm, abandonar el pasado y buscar otras posibilidades en el presente. Pero, en mi experiencia, nuestros lugares de pertenencia no sólo ofrecen un marco de referencia (que ya es bastante) sino que también forjan nuestra identidad. Es decir que en muchos casos dejar de pertenecer es dejar de ser. Por supuesto que no es imposible, pero es muy difícil aceptar que ya no somos adolescentes, relevantes, ricos, amados o cualquier cosa que hemos creído ser por mucho tiempo.
5. Adiós

Además de los placeres y las penas que nos trae la ficción al volver a ver esta película, verla hoy requiere hacer un duelo muy particular, porque no solo Malcolm acepta abandonar un mundo al que ya no pertenece, sino que también Bruce Willis se ha despedido de la actuación. En todos sus papeles, como héroe, villano, pusilánime, divertido, trágico… cuando vemos a Bruce Willis siempre vemos al actor: es un rostro tan conocido y asociado a tantos personajes que siempre es, al menos en parte, Bruce Willis. Para quienes crecimos viendo sus películas, ver partir a Malcolm provoca un dolor que nada tiene que ver con la ficción. Queríamos verte hasta los cien años, pero tu aceptación debe ser la nuestra. Adiós, Malcolm; adiós, Bruce.

Sexto Sentido (1998)
- Dirección y guión: M. Night Shyamalan
- Con: Bruce Willis, Haley Joel Osment, Toni Collette, entre otros.
- Fotografía: Tak Fujimoto
- Dirección de Arte: Philip Messina
- Disponible en Star+.


Deja un comentario