Las Brujas

En Family Romance, LLC, estamos frente a un experimento sociológico y cultural, en formato ficción. De hecho, si su director, Werner Herzog, obviara la presentación previa, el espectador desprevenido podría interpretar que se trata de un documental, por su estilo de cámara en mano y la impronta de bajo presupuesto. 

Pero Herzog tomó circunstancias de la vida real, tales como los servicios que ofrece la empresa Family Romance, LLC, oriunda de la ciudad de Tokyo, y a partir de esa premisa creó una serie de situaciones para nada inverosímiles en relación al contexto. 

Ahora bien, la particularidad de esta empresa es que brinda servicios de alquiler de personas sustitutas, que interpretan bajo pedido el rol de otra. Puede ser reemplazar a un padre en un casamiento, o ser el empleado que tiene que ser amonestado por su jefe, o incluso recrear momentos felices de una persona. Cualquier necesidad es válida en este juego extraño entre ficción y realidad.

Herzog, con su visión tan poética pero sin edulcorante busca confrontar constantemente el vínculo entre los humanos y la soledad en la era de la híper comunicación. Cómo se entreteje la paradoja entre la necesidad de sentirse acompañado, por más que sea una representación, y la exposición constante a formas no humanas que nos solucionan la vida y que también reemplazan personas.

Al mismo tiempo surgen las preguntas. ¿La representación puede dar lugar a la emoción? ¿Hasta dónde somos capaces de mantener el velo del vínculo ilusorio, pago, a cambio de experimentar sentimientos o de cumplimentar estructuras sociales?

El relato se centra en el punto de vista de Yuichi Ishii -el dueño real de la empresa- y las distintas experiencias con sus diversos clientes, pero principalmente trabajando en el rol de padre de una preadolescente que regresa a su vida para retomar el vínculo.

El director también expone la extraña convivencia entre lo sagrado de la cultura japonesa, sus tradiciones, los bellos parques de cerezos y la modernidad de una sociedad altamente tecnologizada que emplea robots humanoides como recepcionistas en un hotel.

Además de estar sesgada por cierta melancolía en torno a la evolución (¿involución?) de las relaciones humanas, la película nos ofrece varias aristas de reflexión en cuanto a un futuro para nada lejano de nosotros, occidentales. La llegada inevitable de las IA como nuevos actores sociales se va pareciendo cada vez más a las películas de ciencia ficción, diluyendo lentamente el límite entre lo fantástico y lo real y poniendo en evidencia, una vez más, la artificialidad del contacto entre personas. 

Cómo epílogo, el director ofrece una breve entrevista donde contextualiza sus intenciones y brinda detalles sobre el proceso creativo y el trabajo con el protagonista. Para no perdérselo.