¿De qué hablamos cuando hablamos de Napoleón?

La película de Ridley Scott sobre el personaje histórico que todos conocemos parece ser un esfuerzo por bajarlo del pedestal de héroe y convertirlo en un ser humano. Por eso, se sacrifica la descripción en detalle de algunos eventos históricos1 para construir un personaje, un tipo que a veces tiene miedo, que se enamora, que se siente defraudado, que es un soberbio, en fin, un personaje que quizás no se parece mucho al Napoleón real, pero que se vuelve verosímil, complejo y, por lo tanto, humano. Pero Napoleón no fue una persona como cualquier otra, fue alguien que fue seguido por miles de personas hacia la muerte. La película hace hincapié en este aspecto, no solo porque hace un recuento de los muertos, sino porque muestra a esas multitudes arrojándose literalmente hacia las armas de los enemigos. Aunque todas las guerras sean aterradoras, en este caso no tenemos a Mel Gibson clamando que el enemigo puede tomar nuestra vida pero no nuestra libertad, los franceses no luchan contra invasores ni colonizadores, aquí no se entiende muy bien por qué esta gente se hace matar. ¿Por su líder? ¿Por su patria? ¿Por la gloria? Esos conceptos son mucho más abstractos que las bayonetas que vienen de frente. De hecho, tiene mucho más sentido la bronca de las turbas iracundas de la Revolución, que ven descabezar a los nobles, incluso si esa gente tampoco se beneficia en nada con el espectáculo. Entonces esta película muestra con bastante detalle a las multitudes matándose entre sí, pero no sus razones para estar en el campo de batalla, más allá de la evidente lealtad al líder. Entre esto y el mencionado recuento de muertos, Napoleón termina quedando como un asesino en masa y sus tropas como unos imbéciles.

No me malinterpreten, yo siempre estoy a favor de los discursos que cuestionan el idealizar a los «grandes hombres», que recuerdan que las guerras se sostienen sobre cadáveres, que toda victoria militar es una pérdida humana. Al mismo tiempo, el hecho de que esta es una película biográfica (más o menos rigurosa, más o menos ficticia) hace pensar que toda esa gente murió por el capricho de un señor que se aburría si lo sacaban del campo de batalla. No podemos pedirle al cine que cuente todo, esta película se llama «Napoleón» y no «Conflictos internacionales en Europa tras la Revolución francesa». Pero para quien la ve es importante estar atento a que al contar esta historia de esta manera, se está contando una mentira: que alcanza con la ambición de un hombre para desatar unas cuantas guerras. Y no, hace falta mucha gente y muchos intereses de todo tipo para convencer o forzar a la gente a dejarse matar.

  1. La invasión a Rusia alcanza por sí sola para hacer una película, y quizás hubiera resultado algo como esto, pero con más acción ↩︎

Napoleón (2023)

  • Dirección: Ridley Scott
  • Guion: David Scarpa
  • Fotografía: Dariusz Wolski
  • Intérpretes: Joaquin Phoenix, Vanessa Kirby, entre otros.
  • Disponible en cines y pronto Apple+.

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