Las voces y el deseo. «El rayo», de Valeria Correa y María Ucedo

El rayo parece ser un unipersonal en el que María Ucedo explica que sólo después de la muerte de la novia de su madre se enteró de que eran más que amigas. Aunque Ucedo sea la única en escena, esta historia de amor, que ocurrió frente a los ojos de la hija durante décadas (aunque ella no supiera verla), es contada también por las voces de otros involucrados. Así, se convierte en una narración coral, con todas las contradicciones que eso implica.

La voz de la madre

Una grabación reproduce una entrevista que Ucedo hace a su madre. La hija quiere saber cuándo la madre descubrió que allí había más que una amistad, y la madre parece no poder identificar un momento preciso en que esto ocurrió. Sin embargo, sí recuerda un encuentro particular, en una plaza, cuando estaba embarazada y se cruzó por casualidad con quien en ese momento era una conocida y luego se convirtió en su amor.

El cuerpo de la madre

Cuando la madre describe ese recuerdo, Ucedo imita sus gestos, y los repite una y otra vez. Ella afirma (y nos demuestra con fotos) que se parece a su madre. Se arma una cadena de representaciones: el recuerdo de la madre representa los hechos, su voz transmite el recuerdo, la imaginación de la hija intenta reconstruir ese recuerdo y su actuación, en escena, comparte con el público aquello que imagina. En esta cadena, más que la inevitable distorsión que provocan los años y los puntos de vista, lo que sobresale es el afecto depositado en ese momento, experimentado o imaginado.

La voz de los otros

Así como la madre recuerda con claridad el encuentro de la plaza, la hija recuerda una pelea en un patio de colegio en que golpeó a un compañero y a partir de ese momento se ganó el apodo de “marimacho” y, más específicamente, “la Monzona”. De hecho, de alguna manera así se presenta ante el público, ya que comienza el espectáculo boxeando contra un contrincante invisible. Esas voces, que a ella la etiquetaron con tanta rapidez y de forma tan definitiva, son las voces que están ausentes en la historia de su madre: la pareja las evitó manteniendo en secreto la relación.

El deseo

Pero hay otro momento pregnante en el recuerdo de esa niña: cuando vio a Gatúbela, muy cerca de Batman, en un juego de seducción apenas contenido para ser apto para todo público. La historia que se viene contando, la de un amor entre mujeres, nos hace anticipar que este es el momento en que ella descubre su objeto de deseo también homosexual. Pero no, se trata de otra cosa. Frente a la palabra ajena de marimacho, ella define su propia identidad, a través del deseo de ser Gatúbela.

Las historias de crecimiento suelen ser de hijos que traicionan a sus padres construyendo identidades que se alejan de las expectativas. Esta es la historia de una madre que ocultó una parte de su identidad, algo que puede sentirse como una traición o bien como un tesoro, algo protegido de las voces y de las etiquetas de otros. Entre esos otros quizás también están los hijos. “El rayo” es la frase que usa la madre para referirse al enamoramiento, pero también puede ser cualquier revelación, eso que cambia la propia historia, hacia el futuro, convirtiéndonos en Gatúbela, o hacia el pasado, convirtiendo la historia de nuestra madre en una historia de amor.

El rayo

  • Dramaturgia y dirección: Valeria Correa, María Ucedo
  • Intérprete: María Ucedo
  • Música: Martín Pavlovsky
  • Vestuario: María Cecilia Ximénez
  • Iluminación: Matías Sendón
  • Dónde: El portón de Sánchez. Sánchez de Bustamante 1034 (CABA).
  • Cuándo: Sábados 19 hs, hasta el 11/10/2025
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Una respuesta a “Las voces y el deseo. «El rayo», de Valeria Correa y María Ucedo”

  1. […] te propongo que, después de ver Los invisibles, te animes y vayas a ver una obra como El rayo. Pero si sos de los que van al teatro en sótanos, a ver obras donde no sabés si el de la […]

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