Coto de caza: esto no es una broma

Hace unos años vi Severance, una película de terror en la que no se sabía quiénes eran los asesinos (esos clásicos, que acechan en el bosque), pero estaba claro que los malos no eran solo ellos sino también sus víctimas: vendedores de una empresa fabricante de armas. En esa comedia de terror, el resultado era que se perdía un poco la empatía hacia las víctimas y hasta cierto punto uno podía identificarse con los asesinos misteriosos y cumplir alguna ridícula fantasía de supuesta justicia contra las fuerzas malvadas del mundo que, a fin de cuentas, son mucho más nocivas que cualquier asesino solitario.

Hoy, la obra Coto de caza, hace algo parecido, pero con una complejidad extra. Los protagonistas son cazadores, y por más carnívoros que seamos, incluso si uno alguna vez ha cazado (yo he pescado), no se puede sentir simpatía por alguien que intentó cazar a una elefanta embarazada para matar también a su feto y tomarlo como trofeo. Así que este ser tan desagradable viaja con un amigo a una cabaña en un coto de caza. De todo lo que rodea la cabaña solo conocemos lo que ellos cuentan: narran recuerdos y anécdotas, describen personas y lugares, pero una y otra vez mienten, se hacen bromas, así que es difícil saber qué es real entre todo lo que dicen. Cuando el cazador se emborracha, su amigo, que nos demuestra que es un bromista, corona la noche atándolo a una silla.

Pero esto «no es una broma, es una tortura», afirma el cazador de elefantes nonatos. Y acá es donde todo se vuelve más complejo. Por un lado, porque hasta el final no queda del todo claro qué esta pasando, si estamos siendo testigos de la obra de un imbécil, un obstinado, un psicópata o cualquier otra cosa. Pero a la vez, en la cercanía que crea la sala de teatro, el espectador tiene que tomar partido. El hombre atado no es simplemente un canalla, conocemos sus recuerdos de infancia, lo vemos en tiempo real emborracharse y sabemos que, en última instancia, en este momento es un hombre indefenso. Por eso, esta no es una comedia de terror como cualquier otra, porque se toma muy en serio su tema y a sus personajes (como toda buena comedia), y porque deja al espectador en una cornisa. También por eso no es una obra para cualquiera: aunque tiene su inicio, desarrollo y desenlace, no crea una historia de forma lineal y clara, y nos expone a una violencia que no todos queremos encontrar en el teatro. Así que esta obra solo la recomiendo para quienes salen al teatro a cazar experiencias inquietantes.

Coto de caza

  • Dramaturgia y dirección: Víctor Chacón
  • Con: Juan Santiago, Lucas Ranzani, Miguel Ángel Vigna
  • Vestuario: Kitty Di Bártolo
  • Escenografía: Alicia Lorena Manica Villecas
  • Cuándo: Domingo 19 hs (hasta 27/10/2024)
  • Dónde: Espacio Polonia. Fitz Roy 1477 (CABA)

Una respuesta a “Coto de caza: esto no es una broma”

  1. […] al espectador y al mismo tiempo ofrece a ambos un descanso del asedio de las ratas. Como ocurre en otra obra del mismo dramaturgo, la puesta nos recuerda todo el tiempo que estamos en el teatro, y así hacer […]

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