Cuando vi Civil war me pregunté si la belleza artística que rodea una pieza audiovisual puede ser el único factor determinante para recomendarla. Sin embargo, los días pasaron y ciertas ideas e imágenes planteadas en el film me convencieron de una segunda perspectiva, un poco más desafiante, abordando desde un punto de vista político su planteo central.
La historia la vivimos a través de cuatro fotoperiodistas que deben ir desde Nueva York hasta Washington a entrevistar al presidente antes que todo se pudra mucho peor de lo que está. A la cabeza está Lee (Kirsten Dunst), una fotógrafa veterana endurecida y con la frialdad necesaria para no perder la objetividad de su trabajo, junto a dos compañeros de siempre y Jessie (Cailee Spaeny), la novata que se está fogueando, virgen de tanta crueldad pero que deberá atravesar las peores situaciones. El paralelismo entre ambas mujeres es la trama que nos deja ver el conflicto general con una mirada más introspectiva, aunque es bastante premonitoria y podemos inferir lo que se viene con algunas escenas y diálogos que sobran.
Así la mirada se divide de forma generacional. Contra la experiencia de los adultos mayores, la joven fotógrafa debe asumir su parte de vivir en una realidad donde la muerte y el peligro acechan. Estados Unidos ya no es lo que era: una fuente de sueños listos para ser realizados, la promesa de un lugar donde ser feliz y seguro. Ella es la única de todo ese grupo que no alcanzó a vivir lo que siempre vendió el establishment.
Pero ojo, en esta distopía el conflicto político es sólo una excusa para mostrar un escenario posible de Estados Unidos en un futuro no tan lejano. Es el macguffin que permite evidenciar la grieta en su apoteosis. No hay un panorama claro de cómo se llegó hasta aquí, sólo se ve y se siente un país roto, un presidente comparado con Mussolini o Gaddafi, movimientos secesionistas y milicias varias. Todo es hostilidad y peligro constantes, y nadie sabe muy bien quién es quién. En este presente de destrucción y desolación, sólo faltan los zombies.

El director, Alex Garland, logra mantener un perpetuo estado de tensión y opresión durante toda la película, apoyándose al inicio en material de archivo y luego, en un realismo cuya verosimilitud no deja de interpelarnos. Asimismo, las escenas más violentas, las de mayor influencia dramática sobre los personajes, tienen el universo sonoro bloqueado o distorsionado. Esa impotencia, que es simbólicamente muda, la completa el espectador. ¿Cómo te sentirías si estuvieras viviendo esto?
El formato de road movie siempre es un plus, porque le aporta mucho más dinamismo y adrenalina pero de otro tipo. Hay persecuciones y en cada parada hay un nuevo desafío. El manejo de la cámara y el montaje enriquecen en todo sentido las secuencias de acción. Pero además, operan como conectores a preciosos momentos estéticos o a subjetivas con lentes distorsionados que denotan la necesidad de encontrar algo de amor en el espanto. Porque tiene que haber espacio para convertir todo esto en un sueño. En definitiva, nuestra pulsión nos empuja a encontrar la belleza hasta en la última imagen que captamos antes de cerrar los ojos para siempre.
Estados Unidos se prende fuego, ideológica y literalmente, y lo que vemos no es diferente al clima mundial de hoy. En ese sentido, Civil War nos ofrece una demostración muy efectiva del poderío militar que despliegan, unidos o divididos, preparados y superiores para ser victoriosos dentro o fuera. Ya sabemos cómo Hollywood ha creado una y mil veces los distintos escenarios en que se autodestruyen de la mano de extraterrestres, terroristas, catástrofes o virus letales. Lo que es distinto en Civil war, es que satisface el voyeurismo de un futuro no tan distópico, no tan lejano. Es una película de estos tiempos, caldeados en extremos y fragmentaciones.

Ciwil war (2024)
- Guión y dirección: Alex Garland.
- Fotografía: Rob Hardy.
- Música: Geoff Barrow, Ben Salisbury
- Con: Kirsten Dunst, Cailee Spaeny, Wagner Moura, Stephen Henderson, Jesse Plemons y otros.
- Disponible en NETFLIX.


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