El rol del periodismo es -debe ser- no sólo divulgar, sino concientizar, transmitir de forma imparcial los hechos. Aunque eso habla más de la profesión que de los profesionales. Es sabido que durante la última dictadura, la prensa hegemónica aceptó acuerdos con los militares para dibujar una realidad que estaba en las antípodas de la verdad. No fue éste el caso del periódico Buenos Aires Herald.
El documental El mensajero cuenta la historia detrás de Robert Cox, director y editor del diario mencionado, que tuvo una participación crucial como medio de información transversal a la prensa dominante. El director, Jayson MacNamara, siembra, de manera subliminal, distintos interrogantes al espectador. ¿Cuál es entonces la función social real del periodismo? ¿Cuál es la responsabilidad que los periodistas deben tener con la realidad? A todas luces, es una profesión inherente al compromiso, es vocación por descubrir y contar hechos o situaciones, despegados de parcialidades o preferencias. Y no tiene que ver con una cuestión ideológica, sino política.
Cox es un tipo melancólico, piensa, se abstrae con frecuencia. Vaya a saber qué recuerdos o pensamientos se le cruzan por la cabeza. En un principio el Herald no publicaba noticias sobre Argentina salvo alguna tomada de diarios locales. Pero a medida que el panorama político se fue complejizando durante la década del ‘70, se hicieron más frecuentes las editoriales y las notas sobre los hechos relacionados con la violencia y la creciente ola de terror.
Como editor del Herald, el único diario en habla inglesa que se editaba en Argentina y que, como muchos decían, ningún argentino leía, Cox tuvo la oportunidad para comunicar al exterior lo que sucedía acá: las personas desaparecían y no volvían, y cada vez sucedía más seguido. La gente empezó a ir al diario para denunciar las desapariciones. Y las influencias de Cox lograron salvar muchas vidas.
El documental nos deja ver un tipo comprometido con la verdad, pese a las posibles consecuencias. Sin embargo, deja lugar para las contradicciones; expone su debate interno. Cox parecía no querer creer lo que sucedía. Para él, un inglés que había luchado en la guerra de Corea y que entendía lo militar como un servicio público, no cabía en la cabeza asociar esta institución con lo más oscuro y miserable que puede mostrar y hacer la raza humana.
Pero cuando la verdad fue mucho más evidente que sus creencias, ya no hubo manera de tapar el sol con las manos. Fue un firme defensor de la causa de las Madres, ayudó a muchas personas a salir del cautiverio y dio a conocer al mundo muchos detalles de lo que estaba sucediendo en nuestro país, contrario a los deseos de la cúpula militar. El tono del documental no busca heroificarlo, sino que lo presenta como un ser humano con la convicción de quien entiende lo que está bien y lo que está mal, pero también con sus contrariedades, sus luchas internas.
Con un valioso material de archivo, reconstrucciones y testimonios invaluables de colegas, sobrevivientes y de Madres -muchas de ellas hoy ya no están entre nosotros-, El mensajero es una película que nos ofrece una doble perspectiva. Por un lado, una mirada paralela al horror de la dictadura. Por el otro, un cuestionamiento a los medios de comunicación sobre la complicidad que ejercen en pos de la conveniencia de sus intereses. Un tema que sigue vigente, hoy más que nunca.

El mensajero (Messenger on a white horse, 2017)
- Guión y dirección: Jayson McNamara
- Fotografía: Santiago Carrica, Agustina Gonzales Bonorino
- Con: Robert Cox, Uki Goñi, Andrew Graham-Yooll, Estela de Carlotto, Nora Cortiñas, Chicha Mariani y otros.
- Disponible en lumiton.ar


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