Se me ocurren dos formas de reflexionar sobre los shows que The Offspring y Garbage ofrecieron en Buenos Aires la semana pasada.
1. ¿Qué es esto?
El show de The Offspring fue un espectáculo con todo lo necesario: inflables, pantallas, pelotas, juegos de luces espectaculares y, lo más importante, esos clásicos que todos estábamos esperando. Lo único que faltaba era la voz del cantante porque prácticamente no tenía volumen en el micrófono, pero cuando se escuchaba se notaba que tiene la misma voz con la que grabó los discos. En sus canciones emblema, The Offspring sigue cumpliendo con lo que prometía hace 20 o 30 años: ritmos y melodías que nos hacen saltar y estribillos pegadizos que todos podemos cantar. Es difícil hacer este tipo de música (¿punk rock? ¿punk pop?) hoy, por las limitaciones propias de todo género que no se reinventa demasiado, pero los clásicos son clásicos porque no envejecen. No hace falta que estés en un recital, poné Come out and play en el auto y decime si no te sigue gustando tanto como en el siglo pasado. Y si sos un pebete que nació en este siglo, te invito a conocerla y fijarte si no te habla a vos igual que le habla a tu viejo.
Let me tell you about my other friend now…
Garbage podría estar componiendo hoy las mismas canciones que sacó en sus primeros discos porque la magia del entonces llamado «rock alternativo» es que no aceptó los límites de un solo género y así anticipó mucho de lo que el pop iba a hacer tiempo después. Entonces, si nunca habías escuchado la banda y por casualidad entrabas en Obras la semana pasada ibas a pensar «qué lindo lo que hace esta gente grande sexy» porque esta música entra perfectamente en el gusto popero de este cuarto de siglo agregándole ese punch de originalidad que no es tan frecuente (ni antes ni ahora).
En ambos casos, en un estadio que hizo colapsar una autopista por la cantidad de público o en un Obras al que se podía llegar en colectivo, cada recital fue una fiesta, y no solamente porque la mayor parte de la música de estas bandas es bailable y, podría decirse, «festiva». Creo que hay algo más.
2. ¿Qué es esto para el público?

Con todas las diferencias que separan a estos dos públicos, tienen algo en común: crecieron escuchando esta música y ahora son adultos. Por supuesto, había gente más joven que nosotros, pero la mayor parte de la audiencia estaba formada por adultos que en los 2000, época de apogeo de estas bandas, éramos adolescentes. Sin embargo es difícil asegurar que el disfrute del show fuera enteramente nostálgico, justamente porque una banda eligió clásicos que hoy la siguen rompiendo y la otra banda tiene una discografía muy sólida que permite mucho más que un consumo «retro». Por eso mismo quizás ni siquiera se me hubiera ocurrido esta segunda lectura de no ser porque las dos tienen una canción que habla de lo que pasa con los adolescentes cuando crecen. En The Offspring es The kids aren’t alright (literalmente «los chicos no están bien»), que cuenta la historia de varios adolescentes de futuros prometedores que ven sus esperanzas frustradas. Garbage eligió el título mil veces usado de When I grow up («cuando sea grande») para retratar una juventud alocada y prometer que en la adultez van a sentar cabeza. Así, casi a traición, estas canciones, o incluso el hecho mismo de estar en un recital de nuestros héroes de adolescencia, es una mirada a nuestro presente desde las expectativas que teníamos sobre nosotros mismos. Quizás soy demasiado optimista o negadora (porque sé que la vida se volvió muy difícil para mucha gente), pero los que estábamos en el Live Arena o en Obras como mínimo teníamos el dinero suficiente para comprar una entrada (o un amigo copado que nos invitara) y la capacidad física y emocional para trasladarnos a un galpón lleno de gente. De donde yo vengo, eso es un montón. No estoy hablando, como Shirley Manson y sus 16 millones de dólares, de que tenemos que intentar ser felices pase lo que pase. No digo que alcance con ir a un recital, pero digo que es algo. Es, como mínimo, la oportunidad de tomar esa fuerza que viene del pasado y de todo lo que amamos con la demencia del adolescente para mirar al futuro y volver a preguntarte hoy, aunque ya tengas treinta y pico, cuarenta o cincuenta: ¿qué vas a ser cuando seas grande?


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