La primera vez que vi Mis cosas preferidas me llamó la atención, como a todo el mundo, la capacidad de la protagonista (que llega al escenario con té de verdad, porcelana de verdad y trufas de verdad) de construir, a través de su discurso y sus gestos, a tres personajes que no están ahí, que el espectador termina imaginando como si fueran tan reales como las cucharitas que esperan inútilmente junto a las tazas. Esto es suficiente para ir a ver una obra: experimentar cómo una actriz puede hacerte alucinar.
Pero volví a verla no solamente por la habilidad actoral, sino porque en esta obra hay mucha maldad. Como público tendemos a identificarnos con la protagonista, Brenda, en especial cuando es el único personaje visible. Pero en este caso esa identificación se vuelve problemática porque Brenda se va mostrando de forma progresiva y simultánea cada vez más vulnerable y cada vez más mezquina. No estamos hablando de un psicópata ni de una víctima, y al transitar ese equilibrio entre la fragilidad y la maldad ubica al espectador en una posición difícil, porque no puede compadecerse ni juzgar.
Pero además, esta dualidad de Brenda tiene consecuencias en el argumento, porque nos impide anticipar los giros que va a dar, que hacen que al final cada palabra, cada malentendido y cada recriminación tengan sentido. Al mismo tiempo, en esa inocencia casi infantil de a poco va subiendo la apuesta de su humor negro hasta hacernos reír de cosas que en ningún otro contexto nos causarían gracia. Así que aunque en todas partes te digan que esta es la historia de una mujer que espera a sus amigas para tomar el té, no creas nada, porque los chismes que vas a escuchar no son los que esperás.

Mis cosas preferidas
- Dramaturgia y dirección: Macarena García Lenzi
- Con: Valeria Giorcelli
- Vestuario: Paula Bianchini
- Escenografía: Duilio Della Pittima
- Dónde: El camarín de la musas. Mario Bravo 960 (CABA)
- Cuándo: Viernes 20.15 hs. Hasta el 30/05/25


Deja un comentario