Los pibes del barrio

Más de cincuenta años después de su estreno, les propongo volver a ver Mean Streets -tercera película de Martin Scorsese-, y examinarla como un primer ensayo sobre la violencia y la tradición. El director es un autor muy aunado a su comunidad y con un recorrido fílmico versátil pero de una identidad y pertenencia muy marcadas.

Tal como ya lo explicara Scorsese, no es el argumento aquí lo que importa, sino los personajes. Así seguimos a Charlie (Harvey Keitel), una especie de alter ego de Martin, quien trabaja para su tío -jefe de la mafia local- y que se toma muy en serio esto de querer ascender en la escala social. Pero Charlie está tironeado por su relación tóxica con Teresa -una prima epiléptica- y por su protección a Johnny Boy (Robert De Niro), un lumpen sin objetivos que complica las cosas entre Charlie y el resto de la banda.

A Charlie lo atormentan sus encrucijadas personales. Podemos oír sus pensamientos, entender sus dicotomías. Religión, amistad y dinero. Esas son sus principales preocupaciones filosóficas. Pero Dios está presente aquí y allá, en los crucifijos que se replican, en la iglesia, en esa culpa que lo atraviesa. Su planteo inicial lo dice todo: “La penitencia no se hace en la iglesia, se hace en las calles. Se hace en casa”. Charlie se plantea dilemas morales pero en definitiva, es un pibe. No sabe si siente amor, pero tiene fantasías con Teresa que luego se amalgaman con la realidad, e intenta esconderse. Con otras mujeres también, sobre todo con una camarera negra, pero eso no está bien. Los italianos no gustan de la gente negra, por más racista que suene.

La italianidad brota por los poros. Este diario de juventud muestra fielmente el espíritu del barrio, de la comunidad en la que creció el director, sus amigos, las películas. La banda de Charlie es joven y por ahora no parece tan peligrosa. Todavía van al cine y se tiran pochoclos, se ríen, se divierten. En ese sentido, podrían llegar a ser una versión infantil de los gángsters de Buenos Muchachos o de Casino, sólo por citar un par de ejemplos. Pero recién están empezando, se equivocan, tienen culpa, espíritu de jolgorio. Lo que sí sucede es que están presionados por la obediencia, el deber, por un respeto jerárquico familiar que excede a sus pasiones. Hay mucha interacción social e infinidad de postales barriales. Scorsese salió con la cámara no sólo para seguir a sus personajes, sino también para documentar su gente, el bullicio, la mugre, las fiestas patronales, las bambalinas de la ciudad.

La puesta en escena denota los espacios en detrimento de la religión. Nada en la noche ni en los bares parece distinto al infierno: luces rojas, cuerpos desnudos, alcohol y humo. Charlie está cerca del pecado pero parece disfrutarlo. En definitiva, esas calles son los bajos fondos donde se cocinan los delitos, donde se deja ver la degradación de la policía y el abandono general. Sin embargo, la banda va por la coyuntura y evita cualquier tipo de problemas. A ellos les gusta la parranda y el descontrol, sobre todo a Johnny, y su despreocupación complica a Charlie, operando como el punto de inflexión en su conflicto.

En Mean Streets ya se nota la marca autoral de Scorsese, que se irá profundizando a lo largo de su filmografía. La cámara inquieta, los zoom bruscos, o artilugios del montaje que pretenden descolocar al espectador. Hay muchas escenas improvisadas o con un punteo mínimo, donde el director aprovecha inteligentemente la química entre De Niro y Keitel y los deja jugar, lo que aporta frescura y desprolijidad. La economía de recursos técnicos reforzó la importancia de los personajes y de la puesta en escena, creando el germen de un estilo que fue madurando con los años y los rodajes.

La música es otro de los pilares fundamentales en sus películas. La imaginería visual de Scorsese siempre estuvo sustentada por una cultura musical muy amplia, que va desde la ópera a The Rolling Stones. De esta manera, tiende a videoclipear escenas y generar espacios de transición que nos permiten asimilar lo visto y prepararnos para lo que viene. El director no concibe la imagen sin una banda sonora que no sea la de su propia experiencia. En sus películas demuestra su apego a la sensibilidad y a la sensorialidad que aporta la música, a la expresividad que le agrega a su universo audiovisual.

Mean Streets es como una premonición, es la puerta de entrada a una carrera cinematográfica siempre en ascenso, en la que las raíces y la tradición serán clave, en mayor o menor medida. Scorsese suele hablar del sueño americano y cuestionar esa idea del progreso con protagonistas que van por la tangente de la legalidad. Charlie y sus amigos se están asomando a lo clandestino, pero aún no maduraron lo suficiente. Ya sabemos que va a durar poco.

Malas calles (Mean Streets, 1973)

  • Dirección: Martin Scorsese
  • Guión: Martin Scorsese, Mardik Martin
  • Fotografía: Kent Wakeford
  • Montaje: Sid Levin
  • Con: Harvey Keitel, Robert De Niro, David Proval, Amy Robinson, Richard Romanus y otros.
  • Música: The Rolling Stones, The Chantells, The Marvelettes, Eric Clapton y otros.
  • Disponible en MAX.

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